jueves, enero 04, 2007

El científico marrano.

Así es, este medio día antes de comer he visto a un científico marrano. ¿Dónde? Pues sobre las dos de la tarde, en Localia emitiendo un documental sobre las ranas del lago Victoria. Unas ranas enanas, del tamaño de la uña del dedo gordo del pie, de variado colorido y muy importantes a la hora de valorar el grado de contaminación de este lago. Y es que resulta que a causa de la contaminación a las pobres ranas les da por medio mutarse en macho-hembras. Algo así como que por los vertidos al lago, los estrógenos contaminan el agua y estas ranas ya no saben si son macho o hembra. Yo en parte no estoy muy preocupado porque aquí el SAS (servicio andaluz de salud) costea la operación de cambio de sexo, todo sea el aplicarlo en veterinaria a las ranas. Claro que hay que ser un manitas con el bisturí para reconstruirle o construirle las partes correspondientes a cada rana hembra o macho. Fuera de cachondeos varios lo cierto es que si eso les pasa a las ranas, a los miles de personas que beben de ese lago, por cierto, un pedazo de lago situado en África, entre Kenia, Uganda y algún país más y que se creyó nacimiento de las fuentes del Nilo o algo así. Pues eso, qué pasará con esas gentes que beben continuamente agua contaminada.

Pero bueno, eso es otro cantar, el caso es que el documental versaba sobre la expedición científica para estudiar a las ranas enanas sin identidad sexual. Pues bien, el equipo de científicos, hombres y mujeres dispuestos a dar su vida por la ciencia, estaba integrado por un científico marrano. Resulta que este individuo en cuestión, en las dos semanas que llevaban de investigación, ni siquiera se le pasó por la cabeza el lavarse o asearse. Gracias a Dios las tecnologías de la televisión todavía no dominan el emitir olores, por lo que me ahorré el sentir como hedía el puto guarro ese. Entre los comentarios jocosos del resto de miembros de las expedición, quejándose lógica y razonablemente de la peste del tío mierda ese, este científico marrano se defendía argumentado que de esa forma se integraba mejor con el hábitat de las ranas. ¡¡Y un cojón...coño!! Este tío lo que es un marrano, maleducado, incívico y encima va de interesante. Qué tiene que ver la investigación con las buenas costumbres. A cuento de qué no se lava. Influirá su mierda corporal en el comportamiento de las ranas. Porque si las pobres ya tienen bastante con dudar de si son del género masculino o femenino, encima viene un notas que huele a estiércol a cazarlas, estresarlas y toquetearlas con manos sucias. Vaya mierda, y nunca mejor dicho, de científico. Ahora que la culpa la tiene también el resto de la expedición, porque yo llego a estar allí, y a ese lo cojo yo una noche, lo ato, lo meto en una bañera y lo dejo setenta y dos horas con el agua hasta el cuello sumergido en una mezcla de fairi, lejía y zotal y verás cómo se le quita mierda...como decía una tía de mi madre “para ser santo no es menester ser marrano”. Lo peor de todo es que el tío exhibía las costras de mierda que tenía encima. Y digo yo, cómo leches emiten ese documental en horario casi infantil para que lo vean los niños y luego lleguen diciendo que no se lavan porque quieren ser como el científico marrano estudiante de ranas. Si ya es malo que los niños solo quieran ser famosos o futbolistas –que no está tan mal sin son del Atleti- y las niñas modelos o directamente folla-famosos, por el mismo camino vamos si quieren ser científicos marranos.

Qué pasa con la limpieza, con el oler bien, con el pelo limpio, la ropa limpia y a ser posible bien planchada, la buena educación, el saludar cortésmente, el no llevar los pantalones por debajo de medio culo ni los bajos del pantalón limpiando aceras. Me estoy volviendo un estirado o es que estamos rodeados de marranos y al final va a resultar que el raro soy yo y el científico marrano de los cojones es un tipo normal, que hiede a mierda pero normal.

¿Cómo va a acabar este mundo? No lo sé. Espero que por lo menos de forma higiénica.

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