Cuatro días de playa por los alrededores de Conil...y Conil mismo dan para mucha temática.
A todo esto tengo que descubrir mi identidad de playero...y es que soy un manatí blanco. No soy un fideo, mi color de piel dista de ser remótamente moreno y tanto por recomendación médica como por iniciativa propia...el Sol y yo no llevamos una buena relación. Me gusta el calor pero no el sol. Bien, lo cierto es que este año incluso he abandonado mi papel de manatí blanco para convertirme en el buda blanco playero. ¿Y eso por qué? Una vez escuchadas las descripciones que sobre el tema hicieron tanto el Maestro de las Buenas Maneras como el amigo Giuseppe...con la gorra, las gafas de sol, sentado y con las piernas cruzadas y ese color blanco mortecino que luzco...era un verdadero buda blanco entre nenas tremendas y morenas y señoritos lagartos achicharrados.
Dicho lo cual si mantengo que me gusta la playa...pero con moderación. Como todo en esta vida, menos conducir, el atleti, las señoritas....España, la trilogía del Anillo y poco más, hay que tomarlo con moderación. Hay que respetar unos horarios de playa. Señores, no vivimos en playa, no nos hemos empadronado en la playa y no...no pensamos instalar nuestra residencia en la jodida playa. El abuso no es bueno, la moderación playera si.
Un horario aceptable, relajante, tonificante y que incluso aleje el espectro del estrés...es el siguiente.
- POR LA TARDE. Dos horas de playita...si nos dan la brasa igual tres. De seis a ocho o de siete a nueve e incluso de seis a nueve. Nuevamente esto está prescrito para aquellos que residen en costa y cercanías...esto no es necesario practicarlo cuando solo es una jornada -larguísima- playera. Lo dicho, después de comer, del café, del pacharán o copichuelo a elegir. Se duerme la siesta. Repito; se duerme la siesta. ¿Y dónde mejor? Por Dios, aprovechemos el progreso que tantas vidas y malos ratos ha costado a nuestros antecesores. Ante todo en habitación climatizada. Hoy día, gracias Dios nuestro país es una gran potencia turística y hostelera. Toda habitación tiene como mínimo su split de pared, da igual en este caso que tenga tecnología inverter o no....y acondicionamos nuestra siesta a esos veinte y cinco gradines tan gratos para dormitar. En la playa no se duerme, se mal duerme. Por supuesto se puede sustituir siesta por tertulia. Pero no en la playa, en chiringo y bien regada la tertulia con bebidas e hielo.
- Y PUNTO. Por supuesto la playa tiene que estar equipada con acceso pavimentado hasta el inicio de la misma, duchas y establecimiento hostelero -si es chiringo mejor que mejor- a menos de cien metros del lugar. Calas, riscos, playitas hipis y demás...solo de visita y la estancia no puede ser mayor de dos horas, a lo sumo tres. Porque qué coño hacemos en una cala. Vale de primeras ver a las señoritas de buen ver, bañarse y....volver a ver a las señoritas de buen ver; marcarse otro bañito....este preceptivo para disminuir el calentón; y....¿qué más? Me apetece leer el periódico...coño pues no hay quiosco. Me apetece un polo flash...tres cojones iguales al periódico. ¿Una birra? Pero no una birra de nevera con arena...una birra en vaso, apoyado en la barra sino puede ser sentado. Joder es que resulta que esta cala pierde su encanto si nos ponemos así. Pues vale, no nos ponemos pero nos vamos, pues con ese equipamiento una persona civilizada no puede aguantar más de tres horas en semejante agreste lugar.
* Fue Bob el balón el que ingirió las birras Skol
* El surfista de la foto a lo Dylan McKay es el señorito Jiménez.
* Los capítulos de las Crónicas conilenses continuarán y ya anticipo que en ninguno de ellos saldrá ninguna imágen de este que escribe por no hallar ninguna lo suficientemente honrosa u honorable como para demostrar mi paso por la playa.
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