Cuatro días de playa por los alrededores de Conil...y Conil mismo dan para mucha temática.
Decir que no me gusta la playa no es exacto. No soy playero, supongo que en esto interviene que yo he sido de veraneo en la montaña. El no gustarme las aglomeraciones y ser un amante de las comodidades. Entiendo a los amantes de la playa, especialmente a todos aquellos que durante el resto del año no tienen otra que dividir su vida entre el trabajo, el trayecto de casa al trabajo y aún más si ese trayecto incluye dejar a los niños, el centro comercial y alguna escapada al centro de lal ciudad por dar un paseo A casa de la suegra por no haber otro remedio e incluso que sus vida amorosa no sea más que un trayecto. Así es lógico que la estabilidad continua de la playa les parezca un tratamiento antiestrés del carajo.
¿Qué se hace en la playa? Jugar a las palas, jugar con la pelota, jugar con el móvil, jugar a mirar a las nenas, darse vuelta y vuelta, bañarse, un garbeo al chiringuito y poco más. Dormir la siesta también, pero no es lo suyo, no lo aconsejo; la siesta se duerme en un sillón, en un sofá, en una cama, con aire acondicionado si es posible, incluso en una tumbona...pero en la playa, con arena, gente que pasa, gente que hace ruido, ruido que hace el agua...ruido es ruido. No, no es el lugar más aconsejable.
A todo esto tengo que descubrir mi identidad de playero...y es que soy un manatí blanco. No soy un fideo, mi color de piel dista de ser remótamente moreno y tanto por recomendación médica como por iniciativa propia...el Sol y yo no llevamos una buena relación. Me gusta el calor pero no el sol. Bien, lo cierto es que este año incluso he abandonado mi papel de manatí blanco para convertirme en el buda blanco playero. ¿Y eso por qué? Una vez escuchadas las descripciones que sobre el tema hicieron tanto el Maestro de las Buenas Maneras como el amigo Giuseppe...con la gorra, las gafas de sol, sentado y con las piernas cruzadas y ese color blanco mortecino que luzco...era un verdadero buda blanco entre nenas tremendas y morenas y señoritos lagartos achicharrados.
Dicho lo cual si mantengo que me gusta la playa...pero con moderación. Como todo en esta vida, menos conducir, el atleti, las señoritas....España, la trilogía del Anillo y poco más, hay que tomarlo con moderación. Hay que respetar unos horarios de playa. Señores, no vivimos en playa, no nos hemos empadronado en la playa y no...no pensamos instalar nuestra residencia en la jodida playa. El abuso no es bueno, la moderación playera si.
Un horario aceptable, relajante, tonificante y que incluso aleje el espectro del estrés...es el siguiente.
- POR LA MAÑANA. Dos horas de playita, de once de la mañana a una o de doce a dos. Tiempo suficiente para jugar a los distintos juegos playeros, tomar el baño, leer los periódicos varios, llamar por teléfono, no parar de admirar señoritas de buen ver...y puerta. Al chiringuito a comer, al hotel a comer, al restaurante a comer o a cualquier bar a comer. Por supuesto si estamos en una única jornada de playa y el presupuesto no da para mucho...pues se admite el comer en la playa, pero solo si es para una jornada, no pernoctamos en las cercanías de la playa o aún pernoctando cerca hemos escogido un día. Un jodido y solitario día para estar las horas completas playeras. Hago notar aquí mi contrariedad sobre este último parecer pero me avengo a recogerlo porque un día es solo eso. Un día. NO dos, ni tres. Ni dónde vamos a parar con treinta y tres.
- POR LA TARDE. Dos horas de playita...si nos dan la brasa igual tres. De seis a ocho o de siete a nueve e incluso de seis a nueve. Nuevamente esto está prescrito para aquellos que residen en costa y cercanías...esto no es necesario practicarlo cuando solo es una jornada -larguísima- playera. Lo dicho, después de comer, del café, del pacharán o copichuelo a elegir. Se duerme la siesta. Repito; se duerme la siesta. ¿Y dónde mejor? Por Dios, aprovechemos el progreso que tantas vidas y malos ratos ha costado a nuestros antecesores. Ante todo en habitación climatizada. Hoy día, gracias Dios nuestro país es una gran potencia turística y hostelera. Toda habitación tiene como mínimo su split de pared, da igual en este caso que tenga tecnología inverter o no....y acondicionamos nuestra siesta a esos veinte y cinco gradines tan gratos para dormitar. En la playa no se duerme, se mal duerme. Por supuesto se puede sustituir siesta por tertulia. Pero no en la playa, en chiringo y bien regada la tertulia con bebidas e hielo.
- Y PUNTO. Por supuesto la playa tiene que estar equipada con acceso pavimentado hasta el inicio de la misma, duchas y establecimiento hostelero -si es chiringo mejor que mejor- a menos de cien metros del lugar. Calas, riscos, playitas hipis y demás...solo de visita y la estancia no puede ser mayor de dos horas, a lo sumo tres. Porque qué coño hacemos en una cala. Vale de primeras ver a las señoritas de buen ver, bañarse y....volver a ver a las señoritas de buen ver; marcarse otro bañito....este preceptivo para disminuir el calentón; y....¿qué más? Me apetece leer el periódico...coño pues no hay quiosco. Me apetece un polo flash...tres cojones iguales al periódico. ¿Una birra? Pero no una birra de nevera con arena...una birra en vaso, apoyado en la barra sino puede ser sentado. Joder es que resulta que esta cala pierde su encanto si nos ponemos así. Pues vale, no nos ponemos pero nos vamos, pues con ese equipamiento una persona civilizada no puede aguantar más de tres horas en semejante agreste lugar.
Recordemos que no somos tortugas que van a desovar a la playa, ni cangrejos en busca de bichitos entrerrados en la arena...ni marineros que pisan tierra después de meses. Somos los mismos que nos quejamos si el bar donde siempre vamos no le funciona bien el aire. Si en el carrefour hay tanta gente que ni quedan carros -como si estos fueran sombrillas- odiamos el terragal que se nos mete por el balcón de la obra que nos están haciendo justamente frente a nuestra casa pero si disfrutamos de tener hasta en la última molécula de nuestro cuerpo una jodida partícula de arena de playa adherida. Hay que salir disparados del super para que las tapas de embutidos no se pongan calentorras...pero si disfrutamos de un engorroso salchicón calentorro y sudado hasta la extenuación...y todo ello...todo alimento y bebida ingerida...bien aderezado de arena. Todo lleva su poquito de arena. ¿Un poquito de arena en la birra...pisha?¿Y en el jamonsito...pisha?....Unas puntillitas???!!!!! Puñales...que clavaba... Coño esto es puto chill out. Bueno pero eso será otra historia.
* Fue Bob el balón el que ingirió las birras Skol
* El surfista de la foto a lo Dylan McKay es el señorito Jiménez.
* Los capítulos de las Crónicas conilenses continuarán y ya anticipo que en ninguno de ellos saldrá ninguna imágen de este que escribe por no hallar ninguna lo suficientemente honrosa u honorable como para demostrar mi paso por la playa.
* Fue Bob el balón el que ingirió las birras Skol
* El surfista de la foto a lo Dylan McKay es el señorito Jiménez.
* Los capítulos de las Crónicas conilenses continuarán y ya anticipo que en ninguno de ellos saldrá ninguna imágen de este que escribe por no hallar ninguna lo suficientemente honrosa u honorable como para demostrar mi paso por la playa.
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