Entre 1925 y 1934 Citroën tuvo a bien alquilar la Torre Eiffel. Por la noche, con la instalación de entre 150.000 y 250.000 bombillas. Que bien mirado es una pasada. No ya el número de bombillas sino que no exista una cantidad más exacta. Cien mil bombillas de diferencia dan para mucho. Para iluminar mucho y para gastar mucho. Desde luego Citroën había tenido buenos años con sus modelos 11 ligero, el famoso pato, primer auto de tracción delantera para el gran público. Pero una vez más la marca que durante muchos años brillaba por su avanzada técnica no brilló lo suficiente manejando sus ingresos y su propietario tuvo que venderla a Michelín. Cosas entre franceses como se diría por aquí en aquel tiempo.
Bien, de una forma o de otra la imagen merece la pena.
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