Nuestro rey doliente Enrique III, había conseguido poner paz en sus estados y ejercer ascendiente sobre reinos como Francia e Inglaterra que se hallaban desgarrados por disensiones y guerras internas. Enrique IV de Inglaterra declaró la guerra a Francia. Los corsarios ingleses comenzaron a saquear Bretaña y Normandía en 1405. Francia carecía de poder naval, pero tenía en Castilla seguro apoyo. El rey de ésta dio orden de armar cuarenta naves y tres galeras. La crónica de la campaña subsiguiente es muy curiosa y la escribió Gutierrez de Games, quien nos cuenta cómo se escogieron los mejores soldados y marinos. La armada recibió toda clase de provisiones. Don Martín Ruiz de Avendaño obtuvo el mando de las naves y don Pero Niño el de las galeras. Éste fue, más tarde, conde Buelna. Era caballero bien nacido, muy visto del rey de CAstilla y distinguido en Berberia, Tolón y Marsella. Los dos comandantes, según las órdenes recibidas, debían concertar sus movimientos, aunque fuese difícil, porque, al anochecer, las galeras, a diferencia de las naves, debían arrimarse a tierra.
Ya fuese porque cada uno quisiese ir por su lado, como buenos españoles, o que los vientos o la casualidad los separasen, lo cierto es que no llegaron a encontrarse. NIño pasó a la isla de Rez y en seguida a La Rochela, donde se le hizo una espléndida acogida. A quí aguardó a Martín Ruiz algunos días, y salió solo a la caza de ingleses. El condestable Carlos de Albret reforzó la escuadra de don Pedro con dos chalupas ligeras guarnecidas de arqueros y ballesteros franceses. Con este refuerzo se puso en marcha. Al no encontrar vela inglesa ni gascona, se llevó los bueyes y carneros que halló en la costa, hizo prisioneros, puso fuego a las mieses, incendió ciento quince casas enfrente de Burdeos, y volvió en seguida a La Rochela. El haber penetrado en un sitio antes inaccesible a las galeras enemigas, y haber saqueado partes extensas y pobladas fue mirado como un hecho de armas que hacía mucho honor a los españoles.
Una tempestad dispersó las galeras de Niño y Carlos de Albret en el canal de la Mancha. La crónica, al describir los blancos acantilados de Dover, dedica a los ingleses un capítulo que se titula "Cómo son los ingleses diversos y contrarios a todas las otras naciones cristianas".
Por fin los vientos se apaciguaron, con lo que la expedición pudro reconocer Cornualles. Tras apresar algunos pescadores y obtener las informaciones necesarias. Pero Niño desembarcó con ánimo de atacar una ciudad que su crónica llama Chita, situada a la vuelta de una montaña con todas sus calles que salían al mar. Tendría unas trescientas casas habitadas por mercaderes y pescadores. Franceses y españoles mataron o hicieron prisioneros a cuantos se resistieron y luego saquearon y abrasaron la población. Pero Niño, seguido de Carlos, fue a otros litorales, y sabiendo que no estaba lejos de cierto lugar llamado Pool, quiso aprovechar la ocasión de vengarse de un caballero inglés que había sido el terror de mercaderes españoles y franceses, "Arripay" era el nombre de este personaje que resulta ser Henry Paye, corsario que había extendiddo sus correrías hasta las costas de España. Había incendiado Finisterre y Gijón, llevándose el crucifijo de Santa María de la primera.
Don Pero Niño, según su costumbre, sólo desembarcó una partida de su gente. Los habitantes huyeron, pero luego volvieron con un cuerpo de soldados ingleses que lanzaron una nube de flechas contra los españoles. Al ver Niño que sus desembarcados corrían peligro, saltó a tierra con el resto de su gente llevando consigo la bandera y prorrumpiendo en gritos de "¡Santiago!, ¡Santiago!". Los franceses se unieron a los españoles, y juntos batieron a los ingleses, quienes dejaron el campo sembrado de cadáveres, entre los cuales se contaba un hermano de Paye. Los españoles, por su parte, tuvieron que llorar la muerte de una valiente oficial. Juan de Murcia.
Niño supo por los prisioneros que los de Gales se habían levantado contra el rey de Inglaterra. Pensó en aprovechar ocasión tan favorable para penetrar en el país y recoger muchas riquezas. Quiso ir hasta Londres por el Támesis, y parece que llegó hasta Greenwich. Después de haberse gozado con la vista de Londres, se hizo a la vela para la isla de Wight, donde desembarcó, trabó algunos combates y volvió a Francia.
Nuestro compatriota estuvo invitado en Ruán, por el que había sido almirante de Francia Argnault de Trie, ya anciano, quien le tuvo en su mansión refinada y suntuosa, entre sones de arpa, susurro de sedas, tintineo de vajillas y cloqueos varios de trovadores, todo aparejado por la señora de la casa, joven, hermosa y soñadora. Apenas habían empezado a cruzarse las miradas la bella y el castellano, cuando murió el almirante. La viuda ya no recató su pasión, don Pero Niño proclamó su ardor, se prometieron y, para guardar algún luto, acordaron que el español volviese a fastidiar una temporada a los ingleses. Así lo hizo atacando con éxito a su flota ante Calais y desembarcando luego en la isla de Jersey.
Se disponía a pasarla a sangre y fuego, cuando llegó un parlamentario pidiendo merced y recordando, entre otros argumentos ad hoc, que la reina de Castilla era la inglesa Catalina de Lancaster. Don Pero Niño les pidió diez mil monedas de oro y un tributo anual, y sus genes y los franceses saquearon lo que pudieron.
Aquí puede acabar este perfil del marino español que con sus barcos subió hasta Londres, página digna de mayor trompetería que otras. Echemos, en cambio, un velo sobre su falta de formalidad con la viuda de Ruán, porque no hubo casamiento. Don Pero Niño se limitó a enviarle un escudero para devolverle los regalos y anunciarle la ruptura de su promesa. Peor podía haber quedado, porque hay quién ni siquiera manda aviso.
Escrito por el sr. Voltes allá por el año de nuestro señor de mil novecientos ochenta y cuatro.
* por cierto que la foto es de la Torre de don Pero Niño, situada en San Felices de Buelna -Cantabria- se encuentra a medio camino entre los pueblos de Sovilla y Llano. Ahora es un museo que recrea la época y la vida de don Pero Niño.
* un último por cierto, pongo el enlace de la biografía de don Pero Niño en Wikipedia.
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