lunes, octubre 18, 2010

El delgado listón rojo....del pasillo






Toca visita al hospital, a ver a un enfermo -familiar-. Hospital clínico de Granada; hospital clínico universitario de San Cecilio, "el clínico" como se le dice en Granada. He citado antes el nombre completo porque ahora está de moda censurar, borrar o simplemente olvidar todo aquel resquicio religioso que pueble algo de nuestra administración o "cosa pública". No sé como vamos a explicar que España lleva algo así como que setecientos años cuando menos con el tema de la religiosidad, en cuanto a la cristiana, si también contamos con la árabe, que por qué no dicho sea de paso...así que rectifico y sentencio algo así como que hace casi que mil trecientos años que el tema religioso ha estado en contacto directo con la "función pública y administrativa" así es que no maten moscas a cañonazos y arrinconen a la religión y en especial a la cristiandad con los cuarenta años de franquismo.

Bien...dicho esto vuelvo a tema de este post. Ya he citado en algún artículo anterior mi mala relación con los hospitales, recuerdo también un post concreto donde me perdí o más bien no supe encontrar una determinada habitación a donde me dirigía para ver a una niña recién nacida de unas amistades. Para empeorar la situación diré que estuve hace unos días visitando al enfermo y tome una mínima atención de los pasillos, escaleras y demás esquinas que había de atravesar para llegar a la habitación señalada.



Pero no, hoy no tampoco iba a ser el día en conseguir llegar a la primera por mí mismo. Y eso que nada más entrar en la recepción o hall de entrada principal si supe dirigirme hacia la planta baja, recordar adecuadamente los primeros giros, incluso dos o tres referencias visuales de la visita anterior me hacían erróneamente presagiar que iba a entrar "derecho" en la habitación. Nada, al final perdido. De hecho he estado durante unos cinco minutos cantando en voz baja mientras buscaba orientarme "me he perdido otra vez....." Incluso estoy por afirmar que me he cruzado con alguna persona que se ha quedado mirándome con cara extrañada y ahora lo achaco a que escuchó la canción de repetida letra que iba tarareando. Lo que me hace recordar que en pasillos estrechos y frecuentados de gente no se puede andar cantando ni tan siquiera andar hablando....solo.

Definitivamente perdido. Nada, reconocer la derrota y comenzar una retirada estratégica hasta nuevo punto conocido...¿cuál? Pues nada mejor que la entrada. Esto es...vuelta a empezar. Claro que reacciono y busco apoyos técnicos e informativos para que esta segunda intentona resulte válida. De modo que en la ventanilla de información requiero las directrices adecuadas para llegar a la habitación mil doscientos...y pico -omito deliberadamente el número-, además hago señalar al informador que ya he intentado una vez el llegar a mi objetivo con el respectivo fracaso conseguido. El buen funcionario informador dirige su mirada hacia la escalera de la planta baja y me dice..."sigue la línea roja".

"Sigue la línea roja"...Tan sencillo como eso. Una vez conseguida esa información privilegiada mi primer pensamiento es reconocer mi impotencia al no haber reparado en mi primer intento en la pista de la línea roja. Pero bueno...soy un guerrero, no me rindo fácilmente y sé afrontar mis errores y enmendar mis fallos. Así es que con fe ciega sigo la línea roja...¡Que bien! Cojonudo; lo cierto es que con este sistema sencillo y eficaz me voy acercando a lugares por los que antes no había llegado pero que si recordaba del trayecto de mi visita de días anteriores. Que bien todo cuando las cosas ruedan cojonudas.

Joder....la línea roja....ha desparecido!!. Tranquilidad, veo al fondo del pasillo un letrero colgado del techo anunciando los número de habitaciones de los pabellones a izquierdas y derechas....¡¡Salvado in extremis!! Me acerco con la confianza de los valientes hasta allí cuando reparo en el detalle de no estar en ese rango de habitaciones la buscada por mi. ¿Derrotado?¿Perdido nuevamente?¿Volver a empezar?...¿Por qué no pensar?

En un arranque de intuición me adentro por una puerta acristalada hacia unas escaleras que las subo con paso y firme y....sí; ¡¡Intuición acertada!!...o ¿no? Joder que hacía. ¿Cómo decir en casa que no he pasado por el hospital o mejor dicho que si he pasado pero que no he dado con la habitación? Tampoco es plan de llamar para pedir ayuda cartográfica a la familia. Bien es cierto que se dice por ahí que hombre refranero...maricón y pendenciero. Pero hago uso del refrán y como "preguntando se llega a Roma" me fijo en una señorita que arrastra un enorme carro de cenas para enfermos y le pregunto por la dirección a tomar para llegar a la habitación buscada. Si, me confirma que mi corazonada era cierta e iba en buena dirección.



Así que tomo como última referencia para luego tampoco joder y perderme a la vuelta de la visita y como es normal presto la atención de la memoria en un objeto que me sirva de guía y que obviamente sepa que va a seguir estando ahí. Así es selecciono como el canditato adecuado a mi atención a un palet de cajas de contenido desconocido pero que bien deducido por mi parte se que van a continuar ahí al menos hasta mañana porque a ver que funcionario mueve treinta cajas a más de las nueve de la noche del pasillo en cuestión sino es por causa de desalojo o poco más...y eso no iba a pasar.

Llegué a la habitación y cumplí mi misión.

Buen comienzo de semana.

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