domingo, marzo 04, 2007

Despedida de un gran ser.

Nos conocimos un viernes por la noche no recuerdo bien la hora, serían sobre las siete y media o las ocho de las noche y desde el primer momento supe que era buena gente, leal, honrado y con principios. De esto hace ya quince años y por ley de vida, se ha ido. Esta puta vida que nos hace envejecer. Envejecemos las personas, los animales, las plantas, las rocas, la naturaleza y toda obra creada por el hombre. Y por desgracia, mi coche también ha envejecido y finalmente ha fallecido, aunque sería más justo decir que lo he llevado para que lo maten, algo así como una eutanasia de automóviles que afín de cuentas eso es un desguace.

Muchas veces me he reído de gente que salía por televisión, en la radio o escuchando una conversación por la calle hablando de la muerte de su perro etc. A veces los tomaba casi por locos porque eso era exagerar y ahora resulta que el esquizofrénico soy yo por dolerme la muerte de mi coche. Por cierto que mi coche tenía nombre y este era Nubian. Y por Nubian lo conocían mis amigos, no mis conocidos, sino mis amigos. Para el resto solo era un Ford Orion 1.6 Ghia del 92. Pero eso, para el resto.

He crecido con este coche, he vivido mucho con este coche, me lo he pasado en grande, he reído y por supuesto he llorado dentro de el. Me encantaba quedarme dentro del coche sentado tranquilamente. No necesitaba ni tener la radio puesta y además no me gustaba tenerla cuando conducía porque me deleitaba con el sonido de su motor.

Jamás me ha dejado tirado cuando me hizo falta. Siempre ha avisado y se ha apañado para que sus averías no fueran enormes, parándose antes de cometer un daño mayor. Porque yo hablaba mucho con mi coche. Me importa tres cojones que me tomen por un grillado porque diga esto. Pero es la verdad, y además tengo la absoluta certeza de que hasta cierto punto mi coche tenía algo así como un alma propia. Hace tiempo escuché o leí en algún sitio que los coches tenían la vida que nosotros le prestábamos y estoy seguro y completamente deacuerdo con ello. Me relajaba una barbaridad el hacerme unos kilómetros con el coche, salirme en algún desvío de carretera y fumarme tranquilamente un cigarro. Disfrutaba mirándolo, no era el automóvil más bonito del mundo, era simplemente el mío y a mí si me gustaba.

Pero el puto tiempo siempre pasa factura y a mi coche le llegó su hora. En parte las reparaciones costaban bastante más que el valor económico del coche y de todas formas ya tenía achaques irreparables. Así que no tuve más remedio que el martes pasado llevarlo al desguace, darlo de baja y pasar un jodido mal rato, porque cuando lo vi por ultima vez allí solo, pensé que lo estaba dejando en la estacada que yo le había fallado él, cosa que él nunca había hecho conmigo. Y que cojones, todavía tengo esa sensación. Supongo que de haber tenido más pasta lo hubiera reparado, guardado y mantenido, pero todo en esta puta vida no se puede tener.

Así que por lo menos debía de escribir algo sobre mi Nubian, porque se lo merece, estaré en deuda con el y de alguna forma es el mínimo homenaje que le puedo rendir. A parte de no olvidarlo nunca, aunque él ya sabe que siempre lo tendré en mis pensamientos.

Les parecerá una gilipollez todo esto, pero es lo que hay.