sábado, octubre 23, 2010

Próxima exhumación




Alegre y divertido título. Gemelo de mi ánimo cuando menos. Sábado, terminando octubre, el décimo mes del calendario gregoriano -el normal no se me asusten- y su nombre deriva de haber sido el octavo mes del calendario romano. Añado también que mi santoral también es en octubre, el día dos ciertamente.

Pues bien, resulta que cuando ya finaliza este oscuro octubre -al menos para mi- y se adivina un tenebroso noviembre para comenzar el mes se acerca la festividad de todos los santos y hay que presentar respetos, hacer una visita, adecentar tumbas y rezar y pedir ayuda a los que partieron de esta intranquila vida. No hablo ni aún escribo de Halloween como fiesta sino del Día de Todos los Santos aquí en España. Tampoco de la festividad y del futuro puente...¡¡¡Entérense que vamos al cementerio a ver a los muertos y rendir visita anual!!!

No tengo nada en contra de los cementerios, al menos no lo tendré mientras no sea morador permanente de uno de esos recintos, de hecho el cementerio de mi Granada, el segundo más antiguo de España -cosa de ser capital de toda la vida- está hecho un pincel. Limpio, ordenado y digno de visitar. Y no es gusto extraño el hacerlo en plan turístico primero porque merece mucho la pena la parte antigua y romántica del mismo y segundo porque hasta ya hay visitas organizadas. Cosa que no me parece mal pensando en tanto que igual una parejuela de turistas se nos despistan en camposanto y no es cuestión de verles preguntar a los integrantes de un sepelio cual es la mejor ruta para fotografiar.



Como digo hoy he subido con mi madre al cementerio. Visitas varias, visitas a las propiedades que tenemos en el recinto como dice mi madre....claro está también que a los moradores de las propiedades y como no a adecentarles el balcón o la fachada de las mismas. Así que mi tío abuelo materno, mi abuelo y abuela maternos, mi abuelo paterno, mi tía abuela materna, mi tío y por supuesto la señora marquesa. Para los que están a alturas accesibles pues mi madre se encarga del tema sanitario, así como de cambiar las flores. Para aquellos que disfrutan de la morada eterna en una planta alta pues se contrata -por seis euros- a unos jovenzuelos y jovenzuelas que se suben a unas escaleras, bien pertrechados de arneses no tengamos que celebrar otro sepelio por la visita, y hacen las labores de limpieza y colocación de nuevas flores, por cierto que estas no son naturales par que aguanten bien todo el año. Esto no es por temas ecológicos -siete tiros a la gran mayoría de pseudoecologistas- sino porque así duran bien presentables. Por cierto que también tengo que señalar cómo ha aumentado la calidad en la reproducción de flores artificiales. Pasan por hechas por la madre naturaleza a poco que se les mire a mas de unos centímetros y no se ande fino con el olfato. Pues eso que un joven y una señorita nos han hecho el tema del adecentamiento y cambio de decoración floral. Jóvenes de los que me siento obligado a escribir su trato correcto y educadísimo, su buena disposición e interés, su buen hacer y mejor estar. No ando yo sobrado como para tirar la herencia por la ventana pero su buena propina les he dado puesto que no es plato de buen gusto sestear por el cementerio -por bien y limpio que esté- para sacarse unos euros demás. Da igual que luego se lo gasten en juergas porque bien trabajado está. Por cierto que la señorita que ha contribuido a la limpieza y redecoración de la estancia de mi tía abuela además estaba de muy buen ver. De acuerdo que el entorno no es el más adecuado para fijar la atención en esas cosas pero lo cierto es que hay atenciones que son dignas de fijarse independientemente del entorno.



Normalmente aprovecho estas visitas para fijarme en el entorno, antes por mera curiosidad y ahora porque voy a tiro hecho de sacar alguna historia para un buen post de costumbres, y obviamente como pájaro viejo que soy no he errado en la acción. Así es que la crisis ha llegado al camposanto y a sus permanentes moradores puesto que a muchos de ellos les quieren levantar el hogar. Me ha sorprendido la gran cantidad de letreros con la escritura de "próxima exhumación" que pueblan el camposanto. Algo muy curioso pues cuantos de ellos están pegados en lápidas que tiene esculpidas o pegadas letras que hace palabras y palabras que versan frases del ánimo "fulanita....(sic) tu esposo, hijos y nietos no te olvidan" pero está claro que no pagan para mantener tu estancia tranquila en camposanto. O "fulanito.....(sic) siempre estarás en nuestros recuerdo" y por lo tanto para qué pagar por su recuerdo de tumba física.

Pero claro los vivos tienen que vivir -redundancia gigantesca donde las hubiera- y comer, y aún vestirse, tomar cañas, pagar recibos, hipotecas que les sobrevivirán, casarse, divorciarse -¿cuál es más caro de ambos mal hechos?-...tantas cosas que comprar a Pepe...de modo que cuando el dinero escasea pues el muerto no va a protestar mucho. Sino Frikker Jiménez tendría su Cuarto Milenio atestado de protestas del más allá protagonizadas por aquellos cadáveres olvidados cuyos familiares vivos los han dejado de patitas en la calle del cementerio por no pagar su eterno descanso. Pero quién es capaz de criticar esta acción. Tirar la primera piedra solo es tarea de aquellos que fácilmente podrían recibir su propio lanzamiento. NO diré más.

Los tiempos cambian -hoy estoy que hecho la casa por la ventana de nuevas frases- y cambian hasta en el cementerio. Tumbas con escudos y flores perpetuas del Madrid -doy fe aquí en el cementerio de Granada que lo he visto hoy- frases mas dulces y menos tétricas; aunque si he de ser sincero - y en esto no tengo por qué no serlo- continúa llamándome la atención los lapidarios antiguos. En especial de mediados del siglo pasado. Tanto en referencia a los pobres niños muertos jóvenes, de otro modo no serían jóvenes criaturas muertas claro está...con frases del tipo "el angel que nos iluminó la vida brevemente descansa aquí" "su joven alma al irse se llevó nuestra vida" y demás frases que si haces un itinerario fijándote en ellas tienes muchas papeletas de terminar cual plañidero visitante del cementerio esperando a que pase el primer autobús de línea no para cogerlo sino para colocarse delante y que nos coja él a nosotros. Que disgusto.

Lo cierto también es el no colocar ya la profesión del fallecido. He visto abogados del siglo diecinueve, médicos de principios del veinte, comisarios generales de la policía nacional en Granada. Por cierto que este buen hombre -o buen lo que quede de él- es casi vecino de mi abuelo paterno. De modo que pienso en la importancia que siempre ha tenido incluso muerto el estatus alcanzado en vida. También me ha dado por pensar que de esa forma se pegaban un farol los familiares al ir a visitarlo al cementerio, pues cuando estuvieran frente a su tumba y pasaran otros visitantes si estos eran de natural curioso y echaban un vistazo al muerto que visitaban el grupo que estaban viendo al pasar se fijarían en la importancia del muerto visitado.

Igual será por eso -aunque en realidad no es así- que cuando anualmente hacemos esta visita de costumbre al camposanto granadino, una vez adecentadas los lugares de descanso de los seres queridos, nos detenemos en la tumba de la Marquesa, Doña María del Mar Bermúdez de Castro, Marquesa de Montanaro. También reposa su marido y su hijo, muerto en la guerra civil. A estas alturas se estarán preguntando el parentesco que me une a la marquesa. Pues ninguno a pesar de saber algo sobre su vida. Es curioso como todos los españoles llevamos algo en el corazón de querer ser nobles...jejeje. Pero no, no hay ningún vínculo de sangre a este respecto. Resulta la relación con la Marquesa a traves de su dama o señorita de compañía, que en su momento fue una tía abuela de mi madre y por tanto tía bisabuela mía, por cierto a la que yo tenía muchísimo afecto y que relataba su vida junto a la marquesa. Sus estancias con ella los veranos en San Sebastián -como toda la gente de bien de entonces- la casa de la sierra de Cázulas y muchas más historias.

Pues bien, todos los años cuando terminamos el recorrido por los familiares residentes en San José -así se llama el cementerio granadino- pasamos por la tumba de la Marquesa y siempre le dejamos un ramo de flores, no por nada en particular, si acaso en recuerdo a mi tía -enterrada en Mallorca- a sus historias y por qué no decirlo a una tumba un poco descuidada que siempre reclama una flor al menos por estas fechas pues sus ocupantes también merecen que alguien se acuerde ellos como todos los muertos...no deben caer en el olvido...al menos no tan pronto.



Claro está que la visita al camposanto no termina sin pasar por el Señor del Cementerio, seguir entrampándome con Dios y los santos a cuenta de esta crisis sin fin- -sigan este link interesantísimo sobre el Señor del cementerio - y verán una historia para leer alojada en la gazeta de antropología de la Universidad de Granada

* Todas las imágenes son del cementerio de Granada y están en Internet.

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