miércoles, marzo 23, 2011

En esta cola voy yo.




Para un curioso y más para un amante de la contemplación de los comportamientos de aquellos que nos rodean, un supermercado es un contenedor de experiencias siempre interesante y divertido e incluso una aventura peligrosa a veces. No más que me refiero a la suerte del aventurero cuando sacamos previa moneda o sustitutivo de moneda el carro de su fila de primos y nos encomendamos a la providencia para que este al menos tres de sus cuatro ruedas tengan a bien el girar y curvar para el mismo sentido. Estos carros con sistemas autonómicos por ruedas...si, no se me pierdan, en los que cada rueda es una comunidad autónoma independiente y gira para el lado que decida no para el que toque girar conforme al resto de componentes del carro autonómico. Difícil percal con el lidiar entre calles, otros carros, gobernables o no...sin terminar chocando al primer despiste.

Eso por no mencionar a los carros atómicos o carros radiactivos...en mi modesta opinión los peores. Prefiero un carro que no ruede aunque parezca un viejo buey tirando de su yunta...a ser permanentemente tostado por los pinchazos radiactivos de corriente estática que nos emite el condenado carro. Por cierto que mejor remedio no conozco para solventar este problema que rozar el carro contra otro y pasarle la carga estática. Claro que a veces no se traspasa la carga sino que la jodida se recarga y doy por hecho que ni nos rodaran con cámaras de estas ultrarrápidas se podría contemplar el chispazo que recibe nuestra mano cuando la apoyamos en la barra del carro radiactivo.

Como digo mucho es lo estudiable en un supermercado. Sin embargo hoy me centro en la doble cola de un solo comprador. Dicho de otro modo en aquellas parejas que optan por aquello de tu te colocas en una cola y yo en otra y el que primero le toque ese pasa el carro, el carrito o los productos que llevan en la mano. Entiendo que con este ritmo endiablado de vida que nos marcan como pauta hay veces que la compra en el súper se convierte en una suerte de vuelta rápida al circuito comercial del recinto para recolectar los artículos de necesidad perentoria...y rápido que hay que recoger a los niños, volver al trabajo...o vaya usted a saber qué otra perentoria necesidad de nuestra vida que nos requiera. Casos ya digo en los que el viejo truco de la doble cola...cuando menos se admite aunque no se comparta.



Dicho esto, lo distinto es aquellos compradores que por norma practican eso. Generalmente son personas ya de cierta edad, con rasgos de un extremismo maniático digno de pánico por sus congéneres...que contemplas de seguro la inexistencia de la prisa enferma que manifiestan. Bien, pues hoy, este medio día para convenir más la situación, me he topado y casi enfrentado a una pareja de "prisistas". Lo dicho, al medio día, el pánzer en el parking, el que les escribe con su barra de pan y una baguette en la mano, sin más prisa ni requerimiento que el de mis vacías tripas y la neurona ocupada algo que ahora no recuerdo.

No estaba prestando atención a mi cola de caja. Tampoco había muchos delante de mí...y de las cuatro cajas de súper, dos estaban operativas, estando ambas con el mismo grado de ocupación. Bien pues me precedía una señora con su carrito de mano, de estos que siempre se le está bajando el asa, no muy lleno. El caso es que vino mi neurona a prestar atención en las señas que le hacía al marido -creo que acierto en lo de marido ya que con la edad que representaba la buena señora mariprisa no creo que estuvieran en el registro de parejas de hecho que eso no se estilaba en aquella época...y menos el arrejuntamiento que es de pecado-. Total que la buena mujer le decía al marido algo así como si te toca antes pues me voy para allí con el carro. Poco me importaba a mi tamaña decisión por cuanto como ya he dicho ni tenía prisa y de todas formas estaban delante mía.

Pues bien, resulta que por detrás la cola aumentaba en las dos cajas y la jefa de cajas decide llamar a otra compañera para que adopte momentaneamente el titulo de tercer cajera. La buena muchacha se acerca a su caja y a los ocupantes de la cola más cercana a su caja les dice que por orden puede pasar por la suya para agilizar la compra. El marido de la señora y ocupante de la cola en cuestión se dirige por el orden que ocupaba en ser el primero en la nueva caja...la señora, su señora que estaba por delante de mí en la caja que ocupábamos presta y dispuesta se gira sobre sus pasos y como alma que lleva el diablo va detrás y su carro pasa de forma poco diplomática por encima de una de mis botas...mejor así, Dios se ha llevado a este avanto de prisa lejos de mi espacio vital. Mientras tanto entonces yo ocupo su lugar en la cola resultando que me toca ya pagar a la cajera con la coña encima que la señorita cajera que había llamado al marido del avanto estaba teniendo problemas con la caja, esta no estaba todavía activa y mientras yo pues a soltar los sestercios correspondientes a mi ración de pan.

-¡¡Oiga...oiga que ahora me toca a mí!!
- Señora que usted se ha ido a la otra cola de caja-
-Si...pero como esta tarda yo en la suya iba antes-
- No es mi cola señora y si quiera usted volver a pasar pues nada más que se venga-
-No si encima no hay educación-
- Desde luego señora y para algunas personas ni siquiera han oído hablar de ella-

Mientras tanto mi buena cajera ya me había pasado mis dos artículos de la familia del pan...la señora me miraba con mal de ojo. Opté por ignorarla aunque confieso que bajé las escaleras de salida del súper como sumo cuidado no fuera ser que esta bruja me hiciera tropezar. Si pude echar un vistazo y observar como el resto de los compradores miraban a la señora condesa de la prisa entre divertidos y escandalizados por el comportamiento de ella. Pobre yerno o pobre nuera que deba soportar la presencia de la bruja del tiempo esta.

Por cierto...para aquellos que no han reparado en la figura del marido, este ni se inmutó ni habló ni nada. Estoicismo, paciencia y grandes dosis de santidad que tiene este pobre hombre...seguro que si.

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