martes, enero 25, 2011

Los montañeses derrotan a los francos


Un cabecilla musulmán irrumpió inesperadamente en la asamblea de magnates que Carlomagno había reunido en Paderborn en el año 777. Estupor general. ¿Quién era y de dónde venía? Dijo llamarse Sulaimán al-Arabí, ser el valí de la zona costera catalana y valenciana y anunció a Carlomagno y a su corte que se proponía hacerse independiente del califa Abderramán de Córdoba, contando con su ayuda y ofreciéndole su sometimiento y la firme suposición de que el valí de Zaragoza lo seguiría. No había vacilado en emprender el viaje y desafiar a su señor y Carlomagno tampoco dudaría de aprovechar la ocasión de ganar poderío en el Sur, montando una especia de protectorado sobre Cataluña y Aragón.

Hele aquí puesto en campaña, unos meses más tarde. Había organizado dos copiosos ejércitos, con ánimo de crear una tenaza que abarcase los Pirineos, haciendo presa en cada uno de sus extremos. Una hueste acometería el occidental, y la mandaría él mismo. La otra se dirigiría hacia tierras hoy catalanas. Carlomagno atravesó la Gascuña y los Pirineos y se adentró sin tropiezos en el país de vascos y navarros, libres de la dominación musulmana. Pamplona fue tomada sin lucha y de allí, los francos se dirigieron a Zaragoza, ante cuyas murallas el segundo ejército se reunió con ellos. Esta tropa había pasado por Barcelona, donde se le unieron los soldados de Sulaiman y los de del valí de Lérida, que se le había sumado.



Todo funcionaba conforme a lo previsto salvo el factor más importante: Zaragoza mantenía cerradas las puertas y se mostraba enteramente adversa a la conspiración. Carlomagno se sintió engañado y al borde de una encerrona. Lo abundante de sus tropas venía a representar un inconveniente adicional en medio de un vasto territorio hostil. Reaccionó, pues, prendiendo a Sulaimán, por si acaso, y tomando el camino de retirada.

Sus temores eran fundados. Cuando estaba saliendo del territorio moro y se acercaba a Pamplona, los hijos de Sulaimán cayeron con sus tropas sobre el ejército franco y liberaron a su padre. Cosas más graves habían de ocurrir todavía. Los vascones se habían agrupado en Roncesvalles, y aguardaron emboscados la llegada del ejército franco. Entraba en éste una hilera larguísima de carros cargados de botín, caballería, prisioneros, rehenes, impedimenta pesada e indefendible. Era el día 15 de agosto de 778 y caía un sol que parecía plomo derretido sobre aquellos soldados fatigados por la subida hasta Roncesvalles, abrumados por el hierro y el cuero de sus arneses.

De súbito, parecieron abrirse las montañas y reventó como una nube de peñascos y troncos, que aplastaron a las tropas mientras el griterío de los montañeses jubilosos se sumó a los gemidos de los moribundos y a la confusión del cortejo de los francos.


Carlomagno había ya pasado por las angosturas cuando sucedió esta hecatombe. Trescientos cincuenta años más tarde, en el primer cuarto del siglo XII, fue escrita la Chanson de Roland, la cual, por tanto, dista de los hechos tanto como don Felipe González de don Felipe IV.

En los últimos años, el profesor Marcel Baiche ha revisado con atrevimiento y agudeza las diferentes versiones del tema de Roncesvalles, y lo ha purificado de monsergas acumuladas en los siglos trascurridos. Afirma que no tiene sentido que para regresar de Zaragoza a casa, Carlomagno diera una vuelta por Pamplona y Roncesvalles. En cambio, los ados coinciden mucho mejorcon la ubicación de la batalla en los valles de Andorra. Al parecer, la geografía y la toponimia de éstos cuadran mucho mejor con el conjunto de factores por contemplar que los tradicionalmente situados en el célebre paraje navarro. Inútil es decir que la nueva hipótesis está respaldada por estudios y publicaciones catalanas y andorranas que se complacen en darle fomento.




Lo más seductor de esta enmienda andorrana estriba en que concuerda con la política carolingia de expansión hacia Cataluña, que en seguida veremos concretarse en el asedio y toma de Barcelona. Por el contrario, la tesis navarro no sólo no tiene en su favor los "derechos adquiridos", sino la congruencia con la opinión común sobre la población de la comarca y su actitud. Por otra parte, ¿qué cuesta admitir que pudo haber más de un encuentro de los montañeses con tropas forasteras? En resumidas cuentas, el que Roldán muriese en Roncesvalles o en Andorra tiene poca importancia. Lo único que interesa es por las situaciones de fondo que se transparentan a través de la narración.

Fuente: Historia inaudita de España. Pedro Voltes.

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