domingo, noviembre 23, 2008



Tendencia al olvido. Crónicas hospitalarias II.

Supongo que al ser domingo por la noche, entre cierto cansancio porque los domingos tiende uno al cansancio, es uno de los mejores momentos para "para un momento", recapacitar y casi que echar al menos sino la vista atrás...por lo menos un ojo. Está claro que uno de los mecanismos de defensa que utiliza o tiene el ser humano -las personas humanas creo que no....jajaja- es tender a olvidar o al menos a guardar en un rincón de la memoria, los hechos y situaciones que no han sido agradables. Esto viene a cuento de estar pensando mientras leía el periódico, qué iba a subir más al blog en cuanto a parrafada a escribir y me ha venido a la cabeza el tema del hospital. Desde luego y como dije en el post sobre la vida hospitalaria, la experiencia de 19 días viviendo en un hospital da para mucho. Pero justamente ahora no me refería a eso. Verán, yo vivo muy cerca del hospital, como que a cinco minutos andando y no necesariamente a paso ligero. Y hasta hoy, en este momento no he pensado en los cientos de personas que están ahí, que siguen allí, antes que entrara mi padre, después que nos fueramos nosotros y más... entre enfermos, familiares, amigos, visitas varias y como no, personal del centro que estarán pensando en lo bien que se está a estas horas en casa. Si, en casa, ya sea viendo la tele, escuchando música, discutiendo con la madre, la hermana, la parienta, con uno mismo, sintonizando el carrusel deportivo para saber cómo va la jornada de fútbol, preparando la cena, escribiendo un post o simplemente tampoco es mala hora para acordarse de los que no están tan bien en este momento. No voy a entrar en los millones de personas que aún estando bien tienen una vida infinitamente peor y mal atendida que cualquier enfermo del hospital, de nuestros hospitales...si claro, aquí en España y concretando en Granada, en el Ruiz de Alda. No voy a tirarme al ruedo de las causas y desastres del tercer mundo. No, simplemente me recuerdo a mi mismo echando de menos escribir un post en el blog un domingo a las diez menos veinte de la noche.
Parafraseando a Friker Jimenez, un hospital es un lugar de poder....al menos es un agujero negro de fuerzas y sentimientos y vida que atrae y al mismo tiempo es una centrifugadora de humanidad, simplemente porque quien sale de allí, ya sea como "sanado" o simple visita, en el mismo momento que se pasa por las puertas de salida, parece como si ese encogimiento de corazón desapareciera y nuevamente podemos respirar profundamente. Sin ser un medium ni nada por ese estilo de gaitas. Se nota la congoja en un hospital, se percibe la aflicción de las almas y creo que justamente por eso es de un reconocimiento obligatorio y una postura más que encomiable cuando encuentras al personal medico-facultativo y demás profesionales de la salud con una sonrisa en la boca, una risa en la mirada y exportando alegría y positivismo. Eso simplemente cura, demostrado. Alegría y comprensión son dos "medicamentos" milagros para curar al enfermo, porque actúan directamente en el lugar más sensible del enfermo, en su alma. Creo que eso es algo que jamás se debería olvidar en cuanto a la suma importancia que tiene.

Así es que mi recuerdo para todos aquellos que ahora mismo están mirando por las ventanas de las habitaciones de los hospitales o por las cristaleras de las entreplantas, como fuera del hospital la gente sigue paseando, los coches siguen circulando, hace frío, el alumbrado público ya está encendido y la vida, simplemente continúa, con crisis y todo. Y un pensamiento más para los que están ahí, ellos también son vida, dentro del hospital hay mucha más vida de la que creemos, se notan florecer los sentimientos, aunque no siempre sea para bueno, también florece la pena. Pero sigue siendo vida.

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