martes, octubre 10, 2006

 Sin especificar, entre rutina y tranquilidad.

Desde luego que no tomo como una obligación actualizar el blog, tampoco es necesario plasmar en el todos los días algo que me haya llamado la atención. No sé si es bueno o no que todos los días surja determinada situación que me motive describirla. Por otra parte resulta un poco decepcionante el reconocer que me apetece escribir y no saber ciertamente el que. Supongo que gran parte de culpa la tiene que hoy es martes, estamos a mitad de semana y vengo un poco vencido por la rutina.

Normalmente soy una persona que se lleva aceptablemente bien con la rutina. Quizás porque para mi, rutina y tranquilidad son términos que tengo tendencia a extrapolar. Como a todo el mundo me gustan las sorpresas agradables, pero casi prefiero renunciar a ellas por si después vienen las sorpresas malas...y qué quieren que les diga, prefiero estar tranquilo. Es probable que todo ello venga en relación a que el cupo de “malos rollos” lo tengo bastante cubierto, y quizás también a...algún motivo más que no alcanzo ahora mismo a vislumbrar.

Y todo esto viene a cuento porque el martes es un día “beige”, ni blanco ni negro, ni positivo ni negativo. Dentro de mi descripción personal de los días de la semana, el martes es un día demasiado corriente, carente de personalidad. Normalmente y casi por tópico los lunes son odiosos, yo odio más los domingos a partir de por la tarde, los lunes a mi no me chinchan mucho. El miércoles es un día que me gusta, está ya a mitad de semana, se comienza a atisbar el fin de semana, así que lo considero un día positivo. El jueves como regla, lo establezco en el lado de la fuerza, te obligas a pasarlo porque mañana es viernes. Es un buen día para tomarse unas birritas con los amigos, aunque termines más tarde, el viernes es el último día de la semana laboral, no siempre para algunos, y deseas terminarlo pronto para que comience el viernes. Así que el viernes si es bueno, uno piensa en el fin de semana, descanso, fiesteo, tranquilidad, en fin, lo que uno se programe para el fin de semana. El viernes por la noche, prefiero no salir, es la noche que dedico a cenar como si estuviera en un banquete ario, supongo que para dar las gracias por terminar la semana, por llegar el fin de semana y porque me gusta comer, seré sincero. El sábado en general, es el mejor día. Yo intento hacer cualquier cosa menos lo que me moleste, y sobretodo desconectar de los días oficiales o laborales, como queráis llamarlos. No sé, de alguna forma los sábados si soy yo, el resto de la semana soy lo que debo ser, o tengo que ser, o me dejan ser...porque todavía uno no puede alimentarse del aire. Por eso me gusta tanto el sábado, desconectas, bajas la guardia, estás con los amigos, unas copitas, buena música, y como decían Los Rebeldes, la noche es larga, la carne es débil y en esas horas manda el corazón.

Pero todo lo bueno termina, normalmente antes de lo que uno desea y nos encontramos con el domingo. Día que cuándo tomamos conciencia de la hora que es, hay que salir a comprar el pan, la prensa y plaff, se acabó el día. La tarde dominguera es amante de la siesta y la noche compañera de televisión o Internet. Logro superar mejor el advenimiento del lunes y comienzo de nueva semana de lobos si consigo ver el resumen de la jornada de liga, señal inequívoca de que mi atleti ha ganado y sino, mal comienzo de semana.

Y así día tras día y semana tras semana. No voy a ponerme trágico por aquello de la monotonía de vida etc. Más que nada porque pienso que esto es lo que hay y es obligatorio aprovecharlo, de lo contrario....¡¡pronto!! una vía del tren. Como consuelo a los deprimidos diré que cuenten que hay millones de personas en una situación catastrófica comparándola con la de ellos. Y además, joder, que el cielo no se va a caer mañana, demos un voto de confianza a la nueva semana.



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