lunes, enero 01, 2007

Inodoros como terapia mental.

Jajajajaja...estoy flipando ahora con el título del artículo. Tengo cierto conocimiento sobre la compra/venta de esas piedras angulares de nuestras vidas y no había pensado en ese lema para su venta. El título viene a cuento de las cavilaciones que hace uno en el servicio. No en el servicio personal de la casa de cada uno, sino en el servicio del pub o bar de turno donde nos encontremos. Esta noche, en mitad de la celebración de noche vieja y acudiendo al lugar de peregrinación típico mío en horas nocturnas, estaba dándole vueltas a si me merecía la pena meterme en ciertos quebraderos de cabeza mentales, en principio estaba bastante decidido a hacerlo, pero creo que mi mismo cuerpo, mi conciencia, sexto sentido o simplemente que tenía ganas de mear, me hicieron ir al servicio. Y la cosa cambió. Pensé en la situación con más calma y decidí que no era ni el momento adecuado ni tampoco era apropiado el ambiente para iniciarme en el quebradero de cabeza. Casi con toda seguridad, es probable que de no haber ido al servicio hubiera metido una pifia bastante grande. Pero gracias a Dios y a mí ángel de la guardia, salvé los papeles.

Y es que es un momento de tranquilidad el que se tiene cuándo uno está en el mingitorio. Te da tiempo a acordarte del nombre de esa actriz de la que se está hablando y que no recuerdas. Si estás siendo cercado por comentarios irónicos y es de esas noches que no estás en condiciones aptas para responder esa ida al retrete te puede salvar de la quema. Puedes ir cuando te aburres y de camino echas un vistazo para ver como está el resto del local. Y finalmente también es un sitio de encuentros. No ya el mismo receptáculo donde se enclava el inodoro, sino la entresala o distribuidor que comunica los servicios de los dos sexos y que es unos de los lugares donde se intercambian conversaciones más interesantes.

- ¿Cuál es el de las chicas?

- Joder que cola...me voy a mear al callejón, y si hay una obra mejor.

- Coño llevo a saber que eres tu el que está dentro y te tiro la puerta abajo.

- “Pensamiento interno”...¡¡Que mal repartido está este puto mundo!! Eso lo piensas cuando estás esperando a entrar y de tu correspondiente servicio te sale la parejita feliz que ha estado practicando y aparece con cara radiante ella, y el pavoneándose como un jodido pavo real...y tú lo miras con una mezcla entre, tendrá suerte el mierda este, a mí nunca me pasan esas cosas....u “ojalá que se les haya roto el condón”.

Como ven el servicio hace que salgan nuestros pensamientos y sentimientos más profundos, negros y escondidos.

Como todos y todo lo que habita en este mundo tiene también sus inconvenientes y quizás el peor y de mal arreglo sea la suciedad que lo inunda. Aún cuando los empleados, dueños o personal de limpieza del establecimiento correspondiente realicen su trabajo de forma adecuada y permanente, nunca les luce mucho esa actividad. En mi opinión no hay nada como evacuar en un inodoro o urinario limpio. Sobretodo cuando a veces somos golpeados por el pérfido apretón. Es en esos momentos de tristeza y congoja porque nunca mejor dicho “te vas de bareta” cuándo necesitas un lugar donde deponer de forma aceptable. Y joder, que aunque no sea tu querido inodoro amoldado a tu trasero de tu casa, por lo menos que esté limpio. Dense cuenta que la cantidad de cosas que soportamos si por lo menos están limpias. Pero no, resulta que sea porque el garito no limpia el wáter desde que lo instaló años atrás el fontanero, sea también porque el anterior que ha entrado se ha meado menos dentro de la taza en todo el contorno de esta, con el agravante que tenía potencia de chorro para hacerse unos dibujitos en la pared....y además lo peor. ¿Por qué casi nunca hay papel?

Muchas desdichas ocurren en los mingitorios públicos, y creo que no ocurren más porque nuestros ángeles de la guarda, en el fondo, son Míster Proper.

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