miércoles, marzo 11, 2009


En mitad de semana.

Normalmente los miércoles y yo nos llevamos aceptablemente bien. Pienso que no es un mal día, mañana es jueves...es decir se acerca el fin de semana y el fin de la semana laboral -semana laboral, un concepto cada vez más raro por desgracia en este país-. Total que no está mal.

Pero hoy no ha sido un buen miércoles, ni siquiera un miércoles normal. Cosas del trabajo y más en estos tiempos que nos toca atravesar, no entro en más detalles porque no vienen al caso. Pero bueno, no todo va a ser de color de rosas, cuando tienes ciertas responsabilidades toca bueno y sobretodo toca malo...y hoy malo ha tocado en miércoles. En fin, hay que ser pragmáticos, ordenar los pensamientos en la cabeza y con calma todo se irá haciendo. Además, mejor un mal miércoles que un peor lunes...que entonces si que es verdad que el resto de la semana ya se va de culo, a ver mañana ya es jueves y todo se ve desde otra perspectiva, aún siendo todavía miércoles por la noche.

Aclarado...o más bien, embrollado ya el tema de las percepciones de mal rollo dependiendo de los días de la semana, como esta semana me toca jornada intensiva-funcionarial, después de comer y echar una cabezadita -poca cabezadita eso si- pues para despejarme así en general me he marcado un paseo. Igual soy un poco pesado pero es que en Granada se pasea muy bien, relaja una barbaridad -el paseo joder...Granada a veces relaja lo que se dice...un carajo- da tiempo a ordenar las ideas y de camino se disfruta del paisaje. Tanto urbano como humano, humano en cuanto que esta tarde habremos estado a unos veinte y tantos grados y las señoritas se aligeran de ropa para gusto de todos...incluido el chache. Junto con que siempre hay algo que te llama la atención, sin ir más lejos al comienzo del paseo, atravesando Gran Vía me he parado en el semáforo de una de las calles perpendiculares a Gran Vía, básicamente porque estaba en verde para los autos y mira tu por donde que se acercaba en dirección opuesta una señorita-señora -digo señora porque era una madre- con su carrito ocupado con el correspondiente chaval, muy hippie ella, con sus rastas, sus túnicas, sus piercing, sus sandalias y todo ello claro está con el preceptivo manto de suciedad-mierdecilla que tanto visualmente como oloríficamente hacen gala esta gente. Huelga decir que el chavalote del carrito era muy mono, o al menos eso se podía apreciar bajo la pátina de suciedad que tenía la criatura en la cara. A lo que voy, que la señorita hippie mama ni semáforo ni ostias...yo paso porque me da la gana. Con el consiguiente frenazo del auto que le tocaba pasar el semáforo, con el susto de la conductora, con el pitazo que le ha dado a la madre hippie y esta...ojos que no ven corazón que no siente porque no ha hecho ni el más mínimo puñetero caso al auto ni a la señora del auto. Pues vale, si por mi bien, pero el tema está en que metió al carrito por cojones para pasar y si la buena mujer del coche está distraída, o le fallan los frenos -difícil era un Audi A3 nuevecito- en fin cualquier circunstancia negativa...pues pilla a la criatura...y todo porque la madre es muy hippie flamenca y pasa un kilo de respetar los semáforos que total eso es muy burgués -supongo que pensará la sujeta- Un punto el tema en general.

Por lo demás el paseíto normal, para hacer terapia de relajación he entrado en la Basílica de las Angustias, porque si, siempre he mantenido que prescindiendo de creencias -aunque yo soy creyente- las iglesias son lugares de tranquilidad o al menos a mi me lo parecen. Son como islas de calma en medio de la velocidad a la que movemos nuestra vida por la ciudad. Así que no es que entrara para marcarme un rosario -que tampoco se como se reza- sino simplemente a escuchar silencio -bueno eso más o menos, cierto es que hay iglesias mucho más tranquilas porque esta es la Patrona de la ciudad- sino solamente para aminorar un poco la velocidad a la que giraban mis pensamientos en la cabeza y poder tomare unas decenas de respiraciones a un ritmo más tranquilo.

Así que después de departir un rato amigablemente con el buen Dios me he dirigido al paseo del Salón que está cerca y mirando al río -por cierto que bajaba bien de agua y bien de sucia- me he marcado dos cigarritos para terminar con la terapia de relajación. Esto me recuerda mandar al carajo nuevamente a los psicólogos. Dicho y hecho esto he tomado el mismo camino solo que en dirección contraria y marcando la ruta hacia casa, cuando llegado a la altura de la plaza del ayuntamiento he escuchado fanfarria. Al acercarme más la fanfarria se ha mutado en música de marcha, de marchas de semana santa aclaro -nada de house-tecno-dance-magnesia ni pollas de esas- y a mi es que ecuchar un tambor me encanta. No se si fui general con Napoleón, comandante de Tercios en Flandes o lancero prusiano con Federico el Grande pero ante el repiqueteo de un tambor me cuesta una barbaridad refrenarme para no ponerme a desfilar...y eso que es una marcha musical sacra que si es el himno de la legión...en dos pasos estoy en las afueras de la capital de lo bien que marcho...jajajaj. Así que al final, me he vuelto a casa bastante más relajado, con cierta gazuza aunque lo primero es escribir y después comer, más que nada es que como lo haga al revés me quedo frito en el sillón y no hay parrafada para el blog.

Y poco más....que saludos cordiales a la gente de Breda, en cuanto al sr Delarge y su comentario...jejejej pues si, me faltó decir que tenía el básico de revolver puesto en el walkman, un auricular en la oreja, el otro lo tenia la señorita P. Glamour y un charco de babas a mi alrededor...que tiempos esos comienzos locos de los noventa...jajajajaja.

Bueno, tengan buen final de semana que siempre Dios aprieta pero no ahoga.


** las fotos son del Instituto Padre Suarez -uno de los más antiguos de España- que está al comienzo de Gran Vía y que es dignísimo de sacar en múltiples fotos.

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